SÃ, tenemos la oportunidad durante quince dÃas de aproximarnos a otra barra, la de “nosotros mismosâ€, ese mostrador olvidado que nunca cierra, de acercarnos a ese encargado tan cercano como desconocido En medio del inmenso ruido de nuestro tiempo, quince dÃas de silencio quizás puedan hacernos bien. Con o sin cerveza, con o sin "pincho" de por medio, mejor en soledad, llegarnos a nuestro propio mostrador, descubrirnos un poco y entablar soliloquio olvidado, afrontar reconciliación pendiente. La hostelerÃa y la restauración puedan levantar la persiana de sus establecimientos en la mayor brevedad. Que logren equilibrar el balance de sus preocupantes cuentas es mi deseo de corazón. Podamos también cuanto antes elevar la persiana más cerrada, más atascada de nosotros mismos, seguir descubriendo quién pide el “carajillo†tan cargado, quién se fuga tan a menudo a la barra compartida, quién realmente somos... Defender el espacio social, sin descuidar el más Ãntimo, nos puede ayudar en esta crisis tan generalizada. Artaza 23 de Octubre de 2020 |
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